Hace casi un milenio, los cielos se iluminaron con motivo de un evento espectacular que dejó a astrónomos de las antiguas civilizaciones chinas y japonesas perplejos. Una explosión estelar, clasificada como una “estrella invitada”, apareció repentinamente en el firmamento en el año 1181. Este fenómeno, conocido hoy como SN 1181, ha vuelto a ser protagonista gracias a nuevos estudios que revelan su estructura única y los secretos que alberga.
El redescubrimiento de SN 1181
Aunque los registros históricos detallaban el brillo y la localización aproximada de la supernova, los astrónomos modernos habían perdido su rastro hasta hace poco.
Fue en 2021, cuando una astrónoma aficionada descubrió una nebulosa en forma de flor en la misma región del cielo donde se reportó el evento mil años atrás. Este hallazgo dio paso a nuevas investigaciones realizadas por los astrofísicos Ilaria Caiazzo, del Instituto de Ciencia y Tecnología de Austria (ISTA), y Tim Cunningham, del Centro de Astrofísica de Harvard y el Smithsonian.
Mediante el uso del instrumento Keck Cosmic Web Imager (KCWI), un espectrógrafo ultrasensible en Hawái, los investigadores modelaron la estructura de la supernova, confirmando que los filamentos que la rodean tienen un asombroso parecido con una flor de diente de león.
Gracias a este equipo, que permite capturar imágenes tridimensionales del movimiento del material estelar, se estableció que los restos expulsados viajan a una velocidad constante de 1,000 kilómetros por segundo, un dato clave que permitió datar la explosión con precisión en el año 1181.
Una supernova diferente
Lo que hace especial a SN 1181 no es solo su peculiar forma, sino también el fenómeno que la originó.
Según los estudios, la explosión no fue causada por el colapso de una estrella masiva, como ocurre en la mayoría de las supernovas, sino por una enana blanca.
Este tipo de evento, clasificado como una supernova de tipo Iax, ocurre cuando una enana blanca, un remanente ultradenso de una estrella moribunda, acumula demasiada materia de una estrella compañera, lo que provoca una explosión parcial.
En el caso de SN 1181, la explosión dejó atrás una “estrella zombi” en su interior. Este término se refiere al remanente del remanente: un fragmento ultradenso y extremadamente caliente de la estrella original que aún persiste en el centro de la nebulosa. Aunque este tipo de escenarios son poco comunes, ofrecen una oportunidad única para estudiar cómo evolucionan las estrellas después de una explosión parcial.
Nuevas preguntas
La reconstrucción tridimensional de la velocidad y estructura espacial de SN 1181 ha proporcionado una visión sin precedentes de un evento observado hace casi mil años. Sin embargo, también plantea nuevas interrogantes:
- ¿Por qué el material expulsado mantiene una velocidad constante?
- ¿Cómo afectan estas explosiones parciales la evolución de las estrellas en sistemas binarios?
- ¿Qué implicaciones tienen los filamentos florales en el estudio de otras supernovas?
Como señala la doctora Caiazzo, “este evento cósmico único no solo nos conecta con los cielos de nuestros antepasados, sino que también desafía nuestras teorías actuales sobre la dinámica de las explosiones estelares”.
La belleza de lo impredecible
El legado de la SN 1181 deja un recordatorio de que el universo guarda secretos que se despliegan lentamente, invitándonos a explorar el pasado para comprender el presente.
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